Primas hermanas de los Elfos, las hadas suelen ser las criaturas mágicas más diminutas. Veleidosas e hiperactivas, se ocupan de sus quehaceres haciendo caso omiso de los humanos: que es como mejor se me ocurre expresarlo.
Las mariposas, las libélulas, las mariposas nocturnas voladoras a menudo no son otra cosa que hadas en vuelo.
También lo son esas luces fosforescentes tan singulares que a menudo se pueden ver en los pantanos y en otros lugares desiertos, igual que la amada luciérnaga.
Las hadas, criaturas mágicas y místicas, son los guardianes del reino. Existen muchos signos que indican su presencia, pero se requieren circunstancias especiales para sentir su proximidad y acaso verlas.
Más aún, a todas las hadas les gusta establecer su hogar en refugios naturales seguros como son los tocones, las cuevas, las setas y las ramas de los árboles. ¿Y cómo podemos encontrarlas? A menos que ellas quieran o como en raras ocasiones en las que quienes son capaces de silenciar sus ruidosas mentes y pueden “sentir” la presencia de uno de estos seres mágicos, por ejemplo: en el delicado aroma del manzano en flor, en el gentil movimiento de una flor, en el aterciopelado musgo al pie de un árbol que con toda certeza es el mullido colchón de un elfo, o en el humo que sale de la chimenea flotando en dirección al cielo y que para el ojo interior, se revela como diminutas burbujas. ¡Si mis queridas amigas solo tenéis que observar! Luego cerrad los ojos y observar, pero esta vez con vuestros cincos sentidos y veréis realmente la magia que nos rodea.
Conocidas como hadas “solitarias”, las campesinas son las más estrechamente entretejidas con el material de la Naturaleza. Ya sea un prado, un árbol, una flor o una colina, el hada solitaria es salvaje y resulta muy difícil distinguirla, pues hace todo lo posible por evitar a los seres humanos.
En contraste, las hadas “reales” forman una sociedad ambiciosa y poderosa.
Estas hadas ejercen una gran influencia y son capaces de crear una magia considerable. En su día han colocado en la consciencia de toda la humanidad el miedo a su represalia cuando se comete algún acto que pueda disgustarlas o se saquea la Naturaleza.
Se denomina así a ciertos miembros del reino de las hadas, de quienes se dice que poseen una gran magia. Son seres muy bellos, y pueden conseguir que los hombres vean lo que ellas desean. Y esto puede querer decir que no vean nada en absoluto.
El rastro de un aroma o de un olor es uno de los signos favoritos, pues cuando flota bajo vuestra nariz, repentinamente evocáis lugares, momentos y experiencias que han tenido lugar hace mucho tiempo. La brisa producida por un hada puede transportar tanto la nostalgia como la satisfacción.
Cuando los hongos forman un llamativo círculo son motivo de precaución, como también lo son todo tipo de anillos naturales que pueden cautivaros. Ya se encuentren en una cañada, en las dunas, todos ellos son una invitación a adentrarse en los parajes ocultos que domina un hada.
Las hadas imitan los modos de la Naturaleza, tal como los colores, las formas y los modelos ofrecidos por las plantas en plena floración.
Una hoja de otoño que no se ha secado o una baya que no ha madurado y permanece adherida al arbusto son signos sutiles de que un hada ha pasado por allí no hace mucho tiempo.
¡No la toquéis ¡ Es muy probable que ella no tarde mucho en regresar, pues rara vez dejan las hadas una tarea sin acabar.
Las mariposas, las libélulas, las mariposas nocturnas voladoras a menudo no son otra cosa que hadas en vuelo.
También lo son esas luces fosforescentes tan singulares que a menudo se pueden ver en los pantanos y en otros lugares desiertos, igual que la amada luciérnaga.
Las hadas, criaturas mágicas y místicas, son los guardianes del reino. Existen muchos signos que indican su presencia, pero se requieren circunstancias especiales para sentir su proximidad y acaso verlas.
El reino de las hadas
Más aún, a todas las hadas les gusta establecer su hogar en refugios naturales seguros como son los tocones, las cuevas, las setas y las ramas de los árboles. ¿Y cómo podemos encontrarlas? A menos que ellas quieran o como en raras ocasiones en las que quienes son capaces de silenciar sus ruidosas mentes y pueden “sentir” la presencia de uno de estos seres mágicos, por ejemplo: en el delicado aroma del manzano en flor, en el gentil movimiento de una flor, en el aterciopelado musgo al pie de un árbol que con toda certeza es el mullido colchón de un elfo, o en el humo que sale de la chimenea flotando en dirección al cielo y que para el ojo interior, se revela como diminutas burbujas. ¡Si mis queridas amigas solo tenéis que observar! Luego cerrad los ojos y observar, pero esta vez con vuestros cincos sentidos y veréis realmente la magia que nos rodea.
La vida secreta de las hadas
Conocidas como hadas “solitarias”, las campesinas son las más estrechamente entretejidas con el material de la Naturaleza. Ya sea un prado, un árbol, una flor o una colina, el hada solitaria es salvaje y resulta muy difícil distinguirla, pues hace todo lo posible por evitar a los seres humanos.
En contraste, las hadas “reales” forman una sociedad ambiciosa y poderosa.
Estas hadas ejercen una gran influencia y son capaces de crear una magia considerable. En su día han colocado en la consciencia de toda la humanidad el miedo a su represalia cuando se comete algún acto que pueda disgustarlas o se saquea la Naturaleza.
La princesa de las hadas
Se denomina así a ciertos miembros del reino de las hadas, de quienes se dice que poseen una gran magia. Son seres muy bellos, y pueden conseguir que los hombres vean lo que ellas desean. Y esto puede querer decir que no vean nada en absoluto.
Signos que indican la presencia de las hadas
El rastro de un aroma o de un olor es uno de los signos favoritos, pues cuando flota bajo vuestra nariz, repentinamente evocáis lugares, momentos y experiencias que han tenido lugar hace mucho tiempo. La brisa producida por un hada puede transportar tanto la nostalgia como la satisfacción.
Cuando los hongos forman un llamativo círculo son motivo de precaución, como también lo son todo tipo de anillos naturales que pueden cautivaros. Ya se encuentren en una cañada, en las dunas, todos ellos son una invitación a adentrarse en los parajes ocultos que domina un hada.
Las hadas imitan los modos de la Naturaleza, tal como los colores, las formas y los modelos ofrecidos por las plantas en plena floración.
Una hoja de otoño que no se ha secado o una baya que no ha madurado y permanece adherida al arbusto son signos sutiles de que un hada ha pasado por allí no hace mucho tiempo.
¡No la toquéis ¡ Es muy probable que ella no tarde mucho en regresar, pues rara vez dejan las hadas una tarea sin acabar.