El fuego está en todas partes, en nosotros, a nuestro alrededor, invisible y visible. Es creador y destructor, regenera y purifica. Viene del Cielo, de los rayos del Sol que calientan la Tierra, pudiendo también incendiar bosques; relámpagos que surgen del cielo, el mismo rayo que cae.
El Fuego sale de las entrañas de la tierra por cráteres y volcanes, también podemos verlo en personas que arden de fiebre.
El dominio del Fuego ha sido una etapa fundamental en nuestra evolución.
El hombre antiguo consideró que este poder que podía ejercer para hacer la vida más sencilla y más agradable, procedía de un milagro, de un don extraordinario que de una u otra forma, le había sido otorgado por los Dioses.
El Fuego en sí mismo es un elemento fascinante, tonificante y sosegador, pero, al mismo tiempo aterrador por los destrozos que puede causar. Nos encontramos pues ante el yin y yang que en toda la naturaleza esta, en sus elementos en el cielo y la Tierra etc.
Hoy en día disponiendo de los instrumentos tecnológicos más avanzados no se podría hacer nada contra los elementos; Aire, Fuego, Agua y Tierra si se desataran.
Esto se sabe muy bien, por eso y mucho más es bueno encontrar el equilibrio de estos semidioses, como de algún modo hace el Mago dominándolos y respetándolos al mismo tiempo.
LAS MANCIAS DEL FUEGO
Como es sabido se puede leer presagios de forma natural con este elemento y aquí os dejo algunos de ellos:
La calcinomancia: Adivinación basada en las formas que adoptan algunos objetos lanzados al fuego, consumiéndose lentamente.
La capnomancia: El arte de ver en el humo creado por el Fuego.
La ceraunioscopia: La adivinación por parte de las tormentas y los rayos.
La ceromancia: Es el arte de ver en las formas de la cera que ha consumido el fuego.
La piromancia: Siendo la más conocida, es el arte de la adivinación a través del Fuego, de sus llamas, centrándonos en sus formas. A este arte se agrupa con la capnomancia.